Magu Villar – Ilustradora y creativa multipotencial
¿Qué querías ser cuando fueras grande?
Mi mamá es artista así que siempre estaba copiándola y pintando con ella. También tuve una faceta artística musical. Estuve pensando mucho en eso últimamente, cómo la música fue parte de mi infancia . Después me incliné más por la palabra y lo visual. Cuando leí “Caídos del Mapa», la primera saga de libros que me atrapó, dije: “Yo quiero ser escritora”.

Cada vez que descubría algo creativo nuevo yo quería ser eso. Todavía no sabía que se podía vivir dibujando. Creo que eso demuestra lo importante que es tener representación
Cuando empezaron las redes sociales, yo que había vivido toda mi vida en un pueblo en una provincia de Argentina, descubrí que se podía vivir dibujando como ilustradora y se me abrió un mundo de posibilidades. Pero antes ni siquiera sabía que era una opción, no había asociado que alguien trabajaba de dibujar todos los libros ilustrados que consumía.
¿Hoy qué dirías que hacés? ¿Cuál es tu trabajo?
A veces le pregunto a la gente cuánto tiempo tiene para explicar todos mis proyectos pero si lo tengo que decir resumidamente digo que soy creativa freelance o ilustradora. Sobre todo soy una persona creativa multipotencial y traigo mucho esta palabra porque me da libertad, trae como resultado todos los proyectos que hago: Tengo un podcast (Atelier de Arte), una revista digital (Crearte), un proyecto de papelería ilustrada (@merakicraftshop), cursos online, hago proyectos de ilustración y estampas para algunas marcas, así que es como un gran abanico.
Me intriga mucho saber cómo llegaste a donde estás hoy. ¿Cómo fue ese proceso?
Siento que este cambio de paradigma del mundo laboral, la rapidez con la que cambia todo, es muy fuerte. Cuando nosotras entramos en la facultad las posibilidades que nos daba nuestra carrera, eran Periodismo y Marketing, pero las redes recién acaban de empezar.
Una de las grandes cosas que más me trababa era lo inestable que podía ser un camino independiente y hoy me pregunto si no es igual de inestable uno en relación de dependencia.
Volviendo a ese momento, me acuerdo que cada vez que descubría a una emprendedora, una artista, una creativa, preferiblemente de Argentina, me hacía pensar que si ellas pudieron hacerlo acá, quizás yo también.
Creo que fue mucha prueba y error. Durante la carrera ya había empezado a trabajar y mandarme. Me acuerdo que la primera revista con la que colaboré era una en Estados Unidos, ad honorem, no me pagaron nada pero era una revista que a mi me encantaba y no podía creer que me habían aceptado.

Hasta que llegó el primer pedido de ilustración para una página web. Yo acepté y no sabía ni cómo mandársela porque siempre trabajé forma analógica, no sabía cómo digitalizarla, pero le iba a buscar la vuelta. Y creo que me sirvió mucho tener esa mirada de amateur e ir aprendiendo en el camino.
Cuando salí de la facultad tenía dos contradicciones:
- Por un lado, sentía que toda mi vida me habían enseñado que uno elige su carrera y es para toda la vida. Entonces pensaba que tenía que elegir entre una carrera de ilustración o alguna relacionada a la escritura. Por suerte tener mi blog y empezar a compartir lo que hacía en redes me demostró que la gente conectaba con ese mix de cosas, podía haber algo ahí.
- Y por otro lado, la duda de si tenía que buscar un trabajo en relación de dependencia. Había empezado mi emprendimiento hace poco, en el segundo año de facultad, casi sin querer porque Meraki nació a partir de mis cuadernos.
¿Cómo empezó eso?
Siempre fui muy nerd entonces con cada inicio de cursada tenía todos mis cuadernos diseñados por mi, armaba las portadas con collages y cuando llegaba a las clases mis amigas me decían: “¡Yo también quiero uno!”
Y así empecé, corté un pedazo de papel, escribí “Meraki Cuadernos” con una microfibra e hice el logo. Le saqué una foto y armé un Instagram.

Creo que tengo muy presente esta frase de: “Hecho es mejor que perfecto”. Prefiero equivocarme e ir viendo al hacer, que tener todo perfecto de una.
Obviamente que no tenía capital para invertir, entonces al principio las cuentas no daban. Pero los primeros días de clase, nuestra universidad siempre hacía una acción de marketing con una marca de papelería de cuadernos industriales. Y entonces todos mis compañeros iban a retirar el cuaderno que nos daban de regalo y me lo daban para usarlo como insumo y evitar ese costo. Eso fue el boom.
Así fui haciendo más cuadernos personalizados hasta que llegó un punto en el que era insostenible seguir pintado uno por uno a mano y tomé otras decisiones. Pero ese fue mi primer experimento con un proyecto creativo propio.
Desde que te recibiste, ¿cómo siguió tu camino?
Yo quería seguir haciendo crecer mi proyecto de papelería, Meraki, tomar proyectos de ilustración y seguir trabajando freelance escribiendo algunas notas pero me pesaba sentir que tenía que trabajar en una empresa. Ese era el camino que estaban haciendo todos y yo sentía que lo tenía que hacer. Así que tuve mi experiencia en relación de dependencia, que no duró más que un año.
Fue tu evento canónico.
¡Fue mi evento canónico! (Nos reímos)
Esa fue la primera vez en la vida en la que me encontré en un espacio por elección (y no porque tuviera que mantener una beca por ejemplo). Y me di cuenta que si no me motivaba, me costaba mucho sostener algo que no tenía propósito. No por el trabajo en sí, sino por cierta burocracia de ese lugar.
En ese momento ya me había animado a hacer mis primeros workshops presenciales a los que les estaba yendo bien y llegó un punto en el que calculé que si lograba hacer 4 por mes ganaba lo mismo que en este trabajo. Entonces si renunciaba, iba a tener un ingreso similar a mi sueldo y mucho más tiempo libre para dedicarle a nuevos proyectos.
Y tuve la suerte (o desgracia, depende de cómo queramos mirarlo) que cuando doy el pre-aviso de mi renuncia, anuncian el aislamiento obligatorio por la pandemia. Me agarró pánico y pensé: “¿Qué hago ahora con esta decisión que acabo de tomar en el peor momento?” Pero a veces estos desafíos te obligan a ponerte en acción y el 2020 para mi fue un año de ponerme en acción porque no me quedaba otra, tenía que buscarle la vuelta.

Ahora nos parece obvio, pero en ese momento los cursos online no eran tan comunes. Y si bien mis redes seguían creciendo, hasta ese momento nunca me había animado a subir un video hablando a cámara. Dije: “Tengo que hacer un curso online. No sé cómo, pero tengo que hacerlo”.
Fui a Mercado Libre, me compré un trípode y un micrófono. El trípode se me rompió al día 2, até el teléfono con cinta-scotch porque no tenía cámara, lo grabé así nomás pero me propuse enseñar lo que iba a enseñar en los workshops presenciales.
Es decir, digitalizaste el curso que querías dar presencialmente.
Exacto. Un poco más completo. No tenía idea de dónde subirlo tampoco entonces hice un Instagram privado aparte y habilitaba ahí a la gente que comprara el curso.
Era todo muy precario, si ves las tomas hay algunas inclinadas porque se caía la cinta-scotch. Pero lo gracioso es que nadie se quejó de eso. Una a veces se hace la cabeza de que a nadie le va a gustar porque está filmado mal, pero se sumaron más de 700 personas, fue como un boom porque en la pandemia estaban copados con el arte, y ninguno se quejó de la calidad. Querían consumir ese contenido, y no importaba tanto si estaba grabado como si estuviera salido de Netflix. Eso fue una confirmación de: Empezá por lo que podés, lo que tenés.
Algo que me beneficio fue que yo seguía muchas ilustradoras y artistas de afuera y veía ya cómo avanzaba la pandemia en esos países. Recordemos que yo había renunciado y tenía 2 semanas y se venía la nube cada vez más negra. Entonces para anunciarlo decidí hacer un vivo en Instagram. De nuevo, hoy parece re obvio, pero en ese momento nadie los usaba. Y cuando anuncié que iba a hacer una clase gratis de acuarela en vivo por Instagram, ese post se hizo viral. Fue una locura.
Y ahí empezó toda una bola de nieve, de preguntarme qué puedo hacer con lo que tenía en ese momento. Entonces seguí poniéndole más energía a Meraki, salió mi primer workbook, me las rebuscaba de alguna manera y las cosas iban apareciendo.
Hoy en día lo tenés muy naturalizado esto de hablar a cámara, aparecer en vivo, pero cuando uno está arrancando te da mucha vergüenza. ¿Cómo hiciste para romper con esa vergüenza inicial?
Sí, es que es cero natural hablarle a un teléfono. En Meraki yo trabajo con mi hermana y al principio la ponía a ella atrás y le hablaba. Entonces todos los primeros contenidos que hice al principio eran hablándole a ella pero con el teléfono en el medio. Pero a veces la gente me dice “no puedo creer, te resulta re natural” y está bueno saber que lleva un trabajito, pero es un buen ejercicio de hacer.
¿Cómo fue ese proceso de habilitarte a compartir de una forma cada vez más auténtica en redes? ¿El fin siempre fue llegar a más gente o se dio así orgánicamente?
Mi Instagram nació como un espacio de expresión personal, en secundaria, cuando recién había salido. Y fue un momento de mi vida en el que yo me sentía sapo de otro pozo. Creía que todos tenían intereses diferentes a los míos. Mi plan de viernes no era salir de joda si no despertarme el sábado temprano para leer un libro con un matecito y estar pintando todo el día, entonces no me hallaba.

Creo que hice mucho hincapié antes en sentir que encontrás personas que te representan o te identifican porque cuando no las tenía, sentía que había algo mal conmigo. Era tan diferente a las personas que me rodeaban que claramente yo tenía algo malo, cuando en realidad en tu diferencial hay mucha riqueza. Pero bueno, en ese momento yo no lo sabía ver.
Y creo que hay una aspereza para empezar, porque siempre lo más difícil es empezar. Ese primer contenido que subís, en el que sentís que te estás exponiendo. Me acuerdo perfectamente todo lo que sentí en el cuerpo la primera vez que me animé a compartir algo que era como un mix de ilustraciones, palabras y contar algo de mi, mi forma de expresarme creativamente.
Fue en en 2018, estaba con un amigo nuestro y me acuerdo que lo publiqué, me fui a comer y dejé el teléfono. Y cuando volví me acuerdo que había un montón de notificaciones y comentarios. ¡Imaginate la adrenalina que me agarró en ese momento de ver que un montón de gente compartía lo mismo que yo, también le había pasado y se sentía representada!
Es muy loco eso porque las redes en un principio nacieron con ese propósito, ser un medio de expresión, y de alguna forma el contenido cada vez se estandarizó más. Pero cuando uno comparte algo que resuena más con uno, tiene más chances de conectar con los otros.
100%. El estilo personal fue una búsqueda en mi arte pero también en mi. Es decir, a mi siempre me gustaron los colores y las estampas pero al principio pensaba: “Voy a llamar la atención si me visto así, todo el mundo se viste de negro”.
Creo que es un proceso, de a pasitos, de animarse. Como dice una amiga astróloga “como es afuera es adentro”. Tratar que eso esté más espejado, lo que querés sacar afuera y lo que para vos es auténtico se condiga con lo que decís, compartís, usás y creás en el mundo.

De hecho, en el secundario me pasaba mucho. Yo quería empezar a compartir todo esto pero no me animaba. En mi mente no existía la posibilidad de compartirlo con mi nombre, entonces pensaba: “Y si me creo un alter ego en Tumblr o lo hago en inglés entonces nadie me va a reconocer que soy yo”.
Todas pasamos por esa y también, volviendo a lo que pasa hoy en día, cuánta gente tiene un Instagram alternativo donde puede mostrar su “verdadera versión”, ¿no?
¿Y por qué tenemos que compartimentalizar esas partes nuestras? Nunca tuve uno personal y otro laboral (más allá del de Meraki que es solo para lo de los cuadernos). Y me cuesta separarlos. Después surgió este concepto de “marca personal” pero para mi eso era algo que yo ya tenía interiorizado porque está todo muy mezclado, las cosas que me inspiran, lo que creo y consumo es todo parte del mismo universo.
Va a sonar muy cliché pero también llega un punto en el que decís: Esta es la única vida que sabemos que tenemos, ¿y nos vas a compartir las cosas que te nacen de adentro? Ya me parece un privilegio enorme sentir una llamita dentro. ¿La vas a ignorar por lo que pensás que van a pensar de vos?
¡Es muy “Tiene chispa” eso amiga!
Es que sí. Justo el otro día mi psicóloga me leía un cuento que se llama “La joya interior”, de Anna Llenas y habla acerca de cómo al principio sentimos eso que nos hace especiales y únicos pero cuando empezás a sentir que te hace sentir diferente del resto, la empezás a esconder para que nadie la vea .Y es responsabilidad de cada uno volver a cavar dentro para sacar esa joyita. Siempre hay sabiduría en los cuentos infantiles.
Y creo que sobre todo es una práctica. Si hoy empezara de cero, arrancaría en TikTok porque siento que es una red social donde el algoritmo está armado para que el contenido que te interesa te va a aparecer. Entonces el contenido que subas le va a aparecer a gente que le pueda interesar. Es un lugar para experimentar, equivocarse, subir contenido que no está perfecto. Por eso siempre aconsejo primero empezar e ir viendo porque nunca sabes por dónde te va a llevar, con quien vas a conectás, hacia dónde te va a llevar un proyecto, si no empezás. Animate.
¿Qué es la creatividad para vos?
Siguiendo esto que charlamos, me resulta muy difícil concebirla como algo diferente a mi vida. Para mi es una forma de vivir, porque sí claro que la creatividad entra en juego cuando estoy diseñando una estampa, armando una ilustración, pensando un contenido o armando la edición de la revista pero también la creatividad es preguntarme cómo puedo vivir una vida que quiero vivir. Cómo puedo empezar a generar plata con esto.
Al principio por ejemplo me tuve que sentar con los números de Meraki porque me daban negativos y dije: “¿Cómo puedo hacer si no me regalan más cuadernos para que yo los pueda intervenir?”

La creatividad tener una mente abierta y estar disponible para aprender nuevas cosas, conectar con gente nueva, pensar una forma de vivir tu vida diferente. Tuve que conectar con ella para reconocer que la única forma para mi no era un trabajo en relación de dependencia y quizás había otras maneras de vivir, ganar plata y sentirme realizada. Así que creo que es algo muy transversal a todo lo que hago y soy.
¿Qué es el éxito para vos? ¿Y ese concepto fue cambiando a lo largo del tiempo?
Me encanta hablar de esto porque pareciera que heredamos una visión de éxito que tenía unos pasitos a seguir, iguales para todo el mundo y creo que nuestra generación vino a preguntarse: ¿Esta es mi visión de éxito o es la visión de éxito estandarizada que nos venden a todos en un mismo paquete?
Yo me acuerdo mucho en el último año de colegio cuando me llegó «El Libro de las Carreras» y yo pasaba las páginas, llegaba al final y no aparecía ninguna que me gustara.
«El Libro de las Carreras» es algo que me mencionás mucho y yo jamás estuve en posesión (nos reímos)
Por favor lectores, confirmen si tuvieron interacción alguna con el famoso Libro de las Carreras. Te lo comprabas en los kioscos. Tenía: «Derecho», «Abogacía», «Ingeniería», «Medicina». Nosotras ya somos viejas creo, pero en nuestra época decir que estudiábamos «Comunicación» era medio avant garde.
Y al principio empecé con la tímida pregunta de “cómo puede ser un camino que incluya creatividad” pero todavía no me animaba a apropiarme de ese sueño. Hoy hablábamos de que en el primer año nos habían hecho leer un libro de una ex alumna y yo me acuerdo de pensar: “Wow, una persona que estudió esta misma carrera que yo es escritora. ¿Eso puede ser una opción siquiera?”
Entonces ver opciones, gente que trabajaba dibujando, ayudó a la construcción de la idea. Como toda millenial que consumió mucha rom-com en los 2000, me imaginaba que mi versión de éxito era poder tener un trabajo creativo en mi cubículo colorido escribiendo para una revista.
Si puede ser en Nueva York, mejor.
Por supuesto, con un café en mano. Pero bueno, de a poco con los años de facultad se construyó este sueño de: “Quiero un trabajo creativo”.
Aunque todavía no tenía una forma concreta, porque como hablábamos, esto iba cambiando tanto, que de repente surgían trabajos como «Community Manager” o trabajar en redes sociales y había algo de esa horizontalidad de la comunicación que me interesaba mucho. Por eso creo también que lo fui experimentando tanto con mi Instagram, TikTok, Pinterest.
Y creo que mi versión de éxito fue evolucionando. A hacer un trabajo creativo ahora se le sumó que hubiera propósito. Creo que hoy no pasa solo por crear y hacer arte, sino también que eso tenga un impacto.

Me di cuenta que el rol de la comunidad es muy importante: Conectar con otras personas creativas, inspirarnos, acompañarnos, motivarnos. Un prejuicio que yo tenía es que si iba a trabajar de forma independiente, iba a estar muy sola pero después me di cuenta que el trabajo creativo puede ser muy colaborativo si vos lo hacés colaborativo. Entonces trabajo en equipo, tengo una co-host en mi podcast, un grupo de mastermind, una comunidad en mi membresía. Estoy todo el tiempo en contacto con otras personas, trabajando a la par.
A mi versión de éxito hoy le sumaria un poco más de equilibrio, porque como buena capricorniana a veces me paso un poco de rosca pero quiero mantener siempre abierta, susceptible al cambio y a la evolución.
¿Qué consejo le darías a tu «yo» del pasado? La que recién estaba arrancando con todo esto y hoy lograste vivir de esto y construir tu propio camino sin necesidad de entrar en el molde de una empresa.
Creo que el consejo que le daría sería que confiara. Yo tenía muchas inseguridades y miedos que obvio no desaparecen tampoco pero, confianza en mi intuición, que por algo había esa llamita o esa chispa tan grande tirando para un lado.
Quizás el camino todavía no existía sino que se puede hacer a medida que vas caminando. Entonces, confianza e intuición.
Y más allá de hacer arte tuviste que aprender habilidades de negocio, por ejemplo cómo venderte y administrar plata, qué precio ponerle a tus cursos y demás. ¿Cuál fue el aprendizaje que tuviste en relación a esto en estos años?
Varios pero el primero que se viene a la mente es la adaptabilidad. Esto que hablábamos de que la creatividad no es solo pintar un cuadro lindo o componer una canción, sino que la creatividad es cómo le buscas una vuelta creativa para que esto funcione.
Un ejemplo concreto: Yo soy ilustradora, y empecé con proyectos de ilustración pero llegó un punto en el que me di cuenta que tenía que combinarlo con una visión más de negocio porque la mayor parte del tiempo se me estaba yendo en proyectos de ilustración cuando eso era lo que menos plata me generaba. Eso me llevó a tomar la decisión de no tomar proyectos por menos de un determinado presupuesto o tomar menos proyectos por trimestre y priorizar los que rinden más. Hoy elijo intuitivamente con quién trabajar.

Hace tres años lancé mi membresía con la intención de probar, a ver qué pasaba. Tenía muchas ganas de lanzar mi revista digital pero no me animaba. Y actualmente es mi proyecto principal y me encanta, lo disfruto un montón. Entonces diría eso: Estar abierta a adaptarme y ser creativa en la forma en la que manejo un negocio o proyecto.
¿Hay algún hito o logro que hayas alcanzado que no te imaginabas o te sorprendió a vos misma?
Lo primero que se me ocurre es viajar a otros países a dar talleres y que la gente venga a participar feliz de la vida. El año pasado tuve la suerte de viajar a Chile, España y todavía lo estoy procesando, me parece increíble.
Haber publicado un libro también, (Bitácora de Documentación Creativa). Es un libro sobre experiencias de mi camino creativo y con ejercicios y se consigue en librerías del país.
¿Alguien que te inspire o admires mucho?
Me encanta estar rodeada de mucha gente que me inspira y que siempre me voy energizada con esa chispita.
Me gusta tener referentes de diferentes áreas. A veces nombro a mi profesora de yoga virtual, Adriene (@yogawithadriene) y me inspira un montón en la forma en que pone la creatividad al servicio de lo que hace, pero también cómo maneja todo su proyecto.
Hay una escritora también que me está inspirando mucho en este momento y se llama Amie Mcnee (@inspiredtowrite) y me está inspirando mucho su podcast. Cuando estás desmotivada o sin ganas te da un empujoncito.

Y ya que lo mencionás, en momentos de dudas o adversidad, ¿cómo volvés a vos o qué es lo que hacés para retomar la confianza?
El primer paso es llorar mucho. Me acuerdo la primera vez que alguien se dio de baja de la membresía y yo era una estrella de mar tirada en mi cama llorando como si fuera el fin del mundo (nos reímos).
Claro, había 700 suscriptores…
Sí, y uno solo quiso darse de baja y a mi me mató. Creo que eso es lo peor porque a veces una pequeña cosa te dispara un loop mental y empezás a pensar: «Entonces esta propuesta es horrible, yo soy horrible, todo lo que hago está mal, nunca voy a hacer algo lindo…»

Creo que está bueno «acariciar a la bestia». Esa ansiedad es como un perro que está completamente fuera de eje y acompañarlo a volver al presente. Como diría Mili Pochat, una artista amiga que me encanta, está bueno sostener lo que te sostiene. Es decir, volver a las bases que te hacen bien.
En mi caso ya se que, muy contra mi pesar, moverme me hace bien, aunque me de mucha fiaca. Sé que eso va a ayudar a calmar mi sistema nervioso. Entonces probar todo: cuerpo, mente, alma. Hacer yoga, escribir, hablar con una amiga, darme ese espacio y no actuar desde ese momento.
Justo una amiga me decía que compartió algo y tuvo un par de mensajes negativos. Obvio que yo también tuve mis haters en un momento que criticaba todo lo que yo subía a historias de Instagram. Me respondía: “Tus plantas están horribles, se están muriendo”. “Eso no te queda bien”.
¿¡Quién puede ser hater de MAGU VILLAR?!
Aparte las críticas eran insólitas y muy creativas. Entonces a esta persona la saqué de mis mensajes para que no me llegarán más. Y a veces pasa. Pero bueno, esta amiga tuvo su primer hate y me dijo: «No quiero subir nada nunca más, voy a cerrar mi red social, ya está”.
Y hay que frenar un poco en ese momento, ponerlo en perspectiva, y ver que en la ecuación no vale la pena dejar de expresarte auténticamente por un comentario. Siento que hasta hay un deber con esa chispa que tenés adentro de poder seguir compartiendo más allá de esas cosas que a veces pasan. Entender que es parte.
Nosotras nos reímos mucho cuando hablamos de “la noche negra del alma”. Todo ciclo creativo tiene eso, es inevitable. Entonces, cuanto antes lo aceptes, antes vas a poder entender que mañana ya vas a estar mejor.
La última: ¿Qué consejo le darías a alguien que recién está arrancando?
Que empiece por empezar. Siempre vas a encontrar razones para no hacerlo, para postergarlo, para darle un toque final. La mejor maestra para mí es la práctica del hacer.
¿Sabés que cuando decís eso pienso que hacer arte requiere matar el ego? A veces es el principal enemigo para conectar con nuestro niño creativo, desprolijo, ese impulso por hacer las cosas y que no vayan a estar perfectas pero que valga más el intento de expresión.
100%. Me encanta la palabra amateur que en su etimología significa amante, es decir, alguien que está tan enamorado que no le importa quedar mal, ni hacer el ridículo, porque está tan conectado con eso que ama. Y esa es un poco la energía con la que deberíamos conectar haciendo algo que nos gusta.
Algo que siempre digo en mis workshops es: Experiencia sobre exigencia. Ya bastante exigencia tenemos en nuestro día a día como para sumárselo a algo que tiene que ser un espacio de conexión con nosotros, de juego, de conexión con nuestro niño interior.
Es verdad lo que decís que suena todo muy lindo pero requiere de mucha vulnerabilidad. Y Elizabeth Gilbert lo explica siempre: “La creatividad requiere vulnerabilidad”. Lo que sí les puedo asegurar es que cuanto más lo haces, más fácil se hace. Ya no hay tantas resistencias en el medio para compartir algo, no estás pensando tanto qué va a pensar tal, sino que se lo debo al arte mismo.

Nunca sabés a quién estás inspirando con lo que estás compartiendo o haciendo. Pensá la cantidad de veces que estamos consumiendo algo, nos gusta y por alguna razón no tenemos tiempo para dejar un comentario o mandar un mensaje. No se lo hacemos saber a esa persona.
Pero eso, no subestimes a la cantidad de personas que podés estar impactando de alguna forma compartiendo tu arte.
Hermoso amiga. En conclusión, creá más arte.
¡Ante todo! Gracias por este espacio 💜

